El dulcero es de Siberia
e Ivanhoe fue hasta su encuentro;
Giselle miraba bien seria,
fumaba Pablo en el centro.

Ana Julia en su sillón
Nos recuerda que el reinado
Es escudo y es blasón,
Y es además, matriarcado.

Faustino el azucarero
Con verbo y mirada franca,
Con ropa limpia y sombrero
Conquistó a mi abuela blanca.

Entre libros de mi madre,
Yo comencé a caminar;
Con la foto de mi madre
Siempre suelo llorar.

Qué privilegio haber
Sido retoño exclusivo
De una joven hermosa, ser
De su vientre siembra y olivo.
Qué privilegio haber
Sido el hijo exclusivo.
Un vendedor de marfil
tuvo su boda en Palermo;
y yo me casé en abril
cuando Dios estaba enfermo.

Con pañoleta y bandera
Empecé andar este mundo,
El alma lucha y espera
En el silencio rotundo.

Mi abuela anduvo por Tampa,
Vislumbró el mar de Florida;
Pero no estuvo en la Rampa,
Jamás vio Quinta Avenida.

En Matanzas con Omar,
Ibañez y con Humberto;
En su velorio desierto
Ibañez no quiso estar.

Yo también tuve un hogar,
Tuve hijos y una esposa;
Y eché mis naves al mar
Por una senda tramposa.

Por el bosque pardo y bello
Como rufián sin herida,
Mucho cabalgó en mi cuello
El jinete de mi vida.

Sobre un muro de la calle
Coronel tuve yo amigos;
Se cayó el muro, ni calle
Tengo, ni muro, ni amigos.
e Ivanhoe fue hasta su encuentro;
Giselle miraba bien seria,
fumaba Pablo en el centro.

Ana Julia en su sillón
Nos recuerda que el reinado
Es escudo y es blasón,
Y es además, matriarcado.

Faustino el azucarero
Con verbo y mirada franca,
Con ropa limpia y sombrero
Conquistó a mi abuela blanca.

Entre libros de mi madre,
Yo comencé a caminar;
Con la foto de mi madre
Siempre suelo llorar.

Qué privilegio haber
Sido retoño exclusivo
De una joven hermosa, ser
De su vientre siembra y olivo.
Qué privilegio haber
Sido el hijo exclusivo.

Un vendedor de marfil
tuvo su boda en Palermo;
y yo me casé en abril
cuando Dios estaba enfermo.

Con pañoleta y bandera
Empecé andar este mundo,
El alma lucha y espera
En el silencio rotundo.

Mi abuela anduvo por Tampa,
Vislumbró el mar de Florida;
Pero no estuvo en la Rampa,
Jamás vio Quinta Avenida.

En Matanzas con Omar,
Ibañez y con Humberto;
En su velorio desierto
Ibañez no quiso estar.

Yo también tuve un hogar,
Tuve hijos y una esposa;
Y eché mis naves al mar
Por una senda tramposa.

Por el bosque pardo y bello
Como rufián sin herida,
Mucho cabalgó en mi cuello
El jinete de mi vida.

Sobre un muro de la calle
Coronel tuve yo amigos;
Se cayó el muro, ni calle
Tengo, ni muro, ni amigos.
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