Tuve en mi infancia yo un gato
tímido y sin botas, tuve
una ventana sin nube
y un sombrerito barato;
también tuve un perro sato
que se volvió callejero;
me vestí de pistolero
en la furia del oeste,
escalé una loma agreste
y me invadió un hormiguero.
tímido y sin botas, tuve
una ventana sin nube
y un sombrerito barato;
también tuve un perro sato
que se volvió callejero;
me vestí de pistolero
en la furia del oeste,
escalé una loma agreste
y me invadió un hormiguero.
Tuve una abuela encorvada
con ojos de Hada Madrina,
viajé en sus cuentos a China,
me llevó en tren de pasada
hasta la sierra olvidada
de los potros y los bueyes,
ella me habló de los reyes
que reinaron en Castilla,
con ojos de Hada Madrina,
viajé en sus cuentos a China,
me llevó en tren de pasada
hasta la sierra olvidada
de los potros y los bueyes,
ella me habló de los reyes
que reinaron en Castilla,
fui con ella hasta la orilla
de un río triste y sin muelles.
de un río triste y sin muelles.
Yo nací en la guerra fría,
tuve soldados de plomo,
tanques, jinetes y como
el país se resistía
a claudicar, tuve un día
fatal de heridos y muertos;
tuve oficiales inciertos
y pilotos que volaron
más allá, otros dejaron
sus sueños de plomo abiertos.
tuve soldados de plomo,
tanques, jinetes y como
el país se resistía
a claudicar, tuve un día
fatal de heridos y muertos;
tuve oficiales inciertos
y pilotos que volaron
más allá, otros dejaron
sus sueños de plomo abiertos.
En su casa Manzanita
tenía un auto del norte,
grandes relojes de corte
zuizo, un oleo que imita
a los clásicos, mesita
de mármol, ropas de lana,
nereidas de porcelana,
pulsera de oro, y un día
partió, a estudiar –decía-
y fue a despertar la Habana.
Yo nací donde Narciso,
en vez de espejo nos puso
una bandera, y un ruso
en el puerto y sin permiso
levantó su boina roja y quiso
abrazar en rojo a Mella.
Yo nací donde una estrella
repartió luz por las calles,
y en las afueras los valles
se agitan y el sol destella.
Yo nací en San Juan de Dios,
calle de lavanderas,
limpiabota en las aceras,
perros con pulga y con tos;
un día le dimos adiós
a la casa y en Cristina
tuve ventana y vecina
que duraron un instante,
fui otra vez el emigrante
de la ciudad que germina.
Tuve en Coronel Verdugo
una ceiba, amigos, Tito,
Yusmani, Alfredo, Papito
y Miguel, juegos de yugo
y espada, tuve en Verdugo
una novia de balcón,
de pelo largo crespón:
Beatriz como la de Dante,
tuve un circo, un elefante,
guitarra y un acordeón.
Era mi casa de tejas
rojas y canto, la sala
pequeña, butacas de ala
de pino, ventana en rejas
sin bríos, gruta de abejas
en el alero; sencillo
era mi cuarto, amarillo
en cal, ni espejo ni puerta,
una cocina desierta,
un baño oscuro y sin brillo.
rojas y canto, la sala
pequeña, butacas de ala
de pino, ventana en rejas
sin bríos, gruta de abejas
en el alero; sencillo
era mi cuarto, amarillo
en cal, ni espejo ni puerta,
una cocina desierta,
un baño oscuro y sin brillo.
Por la calle Calzada entré
a la escuela, en Vives tuve
mi primer parque, detuve
mi carriola en San José;
libros y cines hallé
en Real de mi esperanza;
en Velázquez la tardanza
en las ruedas de la noche,
bajo lluvia pasé en coche
por Neptuno que se amansa.
Concha me condujo al puerto,
pasaje entre charco y ríos
con guajacones. De amoríos
me colmó Minerva, un cierto
caos triunfal; siempre advierto
la nostalgia de alameda
cuando Saez desenreda
los copos de sauces; paso
línea y surge acaso
un tranvía en la vereda.
La Concha de Venus tiene
un misterio de espacio
Alejandrino; Horacio
me insinuó la selva, viene
Salgari, rufián deviene
y corsario; la infinita
luz caía sobre la ermita
y los tomos; un Alejo
con sus cumbres, un Vallejo
que en heraldos lucha y grita.
Levantamos una casa
en la calle San José,
robusta, amplia y la olvidé,
no fui feliz allá, casa
de ensueños, madre repasa
aún desde su lecho crudo
mi mano y el torso desnudo
del esposo; y en la hora incierta
bajo el techo de la muerta
el espacio frío y mudo.
en la calle San José,
robusta, amplia y la olvidé,
no fui feliz allá, casa
de ensueños, madre repasa
aún desde su lecho crudo
mi mano y el torso desnudo
del esposo; y en la hora incierta
bajo el techo de la muerta
el espacio frío y mudo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario