Iglesia de los Apasionistas en la Víbora; templo esencial para los arroyenses y los de 10 de octubre. Fabulosa para la meditación, en sus bancos no pocas veces me leí algún que otro libro, o escribí algún verso; le eché algunas moneditas a Santa Marta (como se llamara mi madre). Sus amplios espacios dan una intimidad soberbia para todo tipo de citas; citas con Dios, incluso para esas citas furtivas que van más allá de la divinidad y la Religión.
"Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor"
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