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Esto que parece un poema lo inspiró
Damary
Cuando un día me habló del Orinoco
Una muchacha con ojos de isla
se asomó al Orinoco,
Y en la vera oeste de
gramíneas y morichales
Percibió el estrepitoso paso
de las aguas.
Las aguas acarician las
islas, (solo durante enfados otoñales
Le alzan los brazos);
Pero son animales cuando
cruzan las selvas y el cuarzo milenario,
Cuando bajan desde los
tepuyes,
cuando se lanzas al aire en
“saltos” de dioses y halcones.
Una muchacha con ojos de isla
descifró los signos que arrastra el Orinoco,
Los cuerpos huidizos del
eterno río de Heráclitos,
Los imaginables diamantes de
la era del Dorado;
Bajan con la corriente
pedazos de majagua
Que fueron los puntales de
chozas de piaroas,
Leños melancólicos de
antiguas curiaras,
Cuerpos de barro, olvidada vajilla
con trozos de casabe.
Los ojos de la isla supieron
que las pirañas
Son solo peces y no criaturas
de una Cosmogonía remota,
Aprendieron a ver el agua con
visiones de caimanes y anacondas,
con la mirada de los
conquistadores,
con la pasión de Humboldt,
escudriñando cada tramo del río.
Todavía remolcan las aguas
señales de viejas tormentas,
Alas de pájaros muertos en
días de diluvio.
Y una muchacha con ojos de
isla logró descubrir
los ángeles telúricos que
parten al mar
Junto al Orinoco.
Iván Borrero 2009
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