Maternal abuela que me miras desde la verde eternidad
con tus ojos verdes,
no dejes de bendecirme cada día de los siglos,
cada noche de mis pesares,
cada latido de mi soledad.
No olvides besarme antes de dormir,
purísima Osilia.
Todavía prefiero el café con leche en las horas tempranas,
y tus cuentos de diosas y dioses
en aquel jardín por donde un día te perdiste para siempre.
Purísima Osilia, no dejes de cantarme,
y ¡por Dios!, no dejes de mirarme con tus ojos verdes.
“El valle de las decantaciones”
(Su vejez era como otra forma de juventud, más penetrante en transparencia) Paradisco, JLLima
Ella también intentó
lo más difícil, (la calle
última), llegarse al valle
límite, donde quedó
postrado el tiempo en el no
morirse- aún y aquel sobre-
existir tardío y pobre.
Ella soportó el conteo
póstrime, el agrio braceo
entre espirales de cobre,
lo eterno y lo sucesivo
en las mismas aguas; no es
difícil morir, tal vez
el tiempo con el arribo
de ateroma o el derribo
en deltas del sueño sea
lo más difícil, (la apnea
de los finales), llegar
al mar extremo y tardar
en ser: la Eternal marea.
“Osilia si llega el viento"
“Se apoyó en el sueño para entrar en el sombrío Erebo” Paradiso, JLLima
Osilia, si llega el viento
cuando estés dormida, y no
te das cuenta que cambió-
te el sueño; y pasó tan lento,
leve, apenas el aliento;
y pasó tan fácil, vida,
y pasó tan breve; olvida
este sueño y ve a ceñirte
al nuevo, si al descubrirte
el viento, estás tú tendida.
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